Las bodas en otoño e invierno son menos frecuentes, pero entran dentro de lo habitual. Otra cosa es cuando hablamos de bodas navideñas. Si bien el encanto que pueden atesorar se multiplica, no son muchos quienes se atreven a organizar su boda en esas fechas, sobre todo por la dificultad que entraña para los invitados, por cuestiones de agenda.
Aunque hay quien hace de la necesidad virtud, ya que fijar una boda en Navidad es también una criba, un proceso de selección natural. Dicho en otras palabras, acudirán los que realmente tienen que estar. Si quieres hacer una boda con los imprescindibles, con los invitados más allegados, elegir los días navideños es una buena idea.
Claro que aquí hay que hacer una distinción, ya que últimamente se empieza a hablar de “Navidad” en el periodo conocido como Adviento. Y, claro, no es lo mismo celebrar una boda un 3 de diciembre, algo más sencillo en términos logísticos, que un 27 de diciembre.
No obstante, no hay reto que el amor no pueda lograr. Y más si se cuenta con una finca experta en bodas, como Villa Laureana, dispuesta a hacer realidad todos vuestros sueños de novios.
Si celebramos la boda en los días más navideños del año, una vez pasado el invierno y abiertos los regalos de Papá Noel, lo suyo es aportar por los colores clásicos de estas fechas, como el rojo, el verde y el dorado. Por supuesto, tampoco deben faltar, a lo largo y ancho de los salones donde se celebre el banquete, aquellos elementos icónicos de la Navidad, como piñas, ramas de abeto, y luces tintineantes para agregar un toque mágico.
Las velas siempre quedan bien, pero en estas fechas se reciben aún mejor. No dudes en usarlas, aunque se recomienda adquirir pequeñas lámparas incandescentes que emulan a las velas. Además de ser más seguro, aportan una luz más homogénea y cálida.
En la recepción, la mesa principal puede lucir un centro de mesa llamativo con velas flotantes, piñas y ramas de abeto. Utiliza manteles en tonos festivos y coloca servilletas decorativas. Las sillas pueden vestirse con lazos y ramitas de acebo.
Las tarjetas de lugar pueden ser pequeñas bolas de Navidad personalizadas o tarjetas con motivos invernales. Si la pareja se casa por la iglesia, y comulga, nunca mejor dicho, con la tradición católica, se pueden añadir elementos sacros en los tarjetones, así como un belén que incorpore, como guiño divertido sin caer en la profanación excesiva, unas figuritas de la pareja recién casada camino al portal.
Para todos estos detalles de ‘producción’, siempre es bueno contar con la ayuda de un buen wedding planner. ¿No conoces ninguno? No te preocupes, porque Villa Laureana tiene el mejor organizador de bodas para ti, para vosotros.
Casarse en Navidad ofrece varias ventajas que pueden lograr que la celebración sea aún más especial y memorable. En primer lugar, el ambiente festivo de estas fechas señaladas añade un toque mágico y romántico al evento. Las luces brillantes, los colores cálidos y la decoración festiva crean un telón de fondo de lo más entrañable para todo el evento, tanto para la recepción, como el banquete, los bailes, los detalles…
Si bien, como dijimos al principio, puede resultar más complicado, por la cantidad de compromisos que hay durante estos días, también es cierto que, si se anuncia con tiempo, la mayoría de los invitados disponen de días libres, lo cual les permitirá acudir al evento.
Además, una boda en Navidad no deja de ser una boda en invierno, con sus particulares encantos. No dejes de pinchar en el enlace para conocer las razones por las que deberías casarte en invierno.
¿Dónde? En Villa Laureana, claro está. La finca de bodas más apreciada del norte de Madrid que hace realidad vuestros sueños de novios.