Es difícil establecer una fecha precisa para situar el origen de esta tradición que ha llegado hasta nuestros días, hasta nuestras bodas. Muchas fuentes hablan de tradición “antiquísima”, pero otras muchas la sitúan en la Europa medieval, lo cual parece lo más acertado, habida cuenta del estilo y la confección que requiere la propia liga, impensable en culturas prerromanas.
¿Y cuál es el simbolismo de la liga de la boda? Como todo en esta vida, y más aún en el mundo de las ceremonias matrimoniales, el significado de la liga ha ido cambiando con el tiempo. Porque si se mantuviera su significado original, no serían muchas las novias que la llevarían con orgullo.
Y es que antiguamente, la liga simbolizaba la virginidad de la novia, es decir, la ausencia de relaciones sexuales previas al matrimonio. Una vez consumado este, normalmente en la misma noche de bodas, la novia se liberaba de la liga y ya podía decirse que era una mujer en el sentido bíblico del término.
También hay quien sostiene que el origen de la liga nupcial se encuentra en la corte francesa del siglo XIV, época de renacer estético y sensual, en el que se va dejando el rigor del medievo más románico y pesado para abrazar las formas estilizadas, ligeras y elegantes del gótico.
Algo de eso encarna la liga, como el vestido de la novia, formas llenas de fantasía, que invitan a soñar, a volar, a tocar el cielo; como las delicadas e ingrávidas cúpulas de la parisina Sainte Chapelle, no lejos de Notre Dame.
¿Quién debe lanzar la liga?
En esos tiempos, la liga de boda no era blanca como la conocemos ahora sino que mostraba tonos azules. También era habitual jugar a quitarle la liga a la novia, lo que generaba aparatosos movimientos y algún que otro susto o golpe nada favorecedor para la novia ni los invitados.
Y es que la liga se asociaba al poder de la feminidad, del erotismo, de la fertilidad e incluso de la abundancia de los casadas y se consideraba, de modo casi fehaciente, que quien la tuviera en su poder sería depositario de tan generosos dones.
Desterrada la práctica del ‘robo de la liga’ (donde los invitados «perseguían a la novia»), la recién casada era quien se la retiraba de su pierna para lanzarla ella misma a los invitados. Quien se hiciera con ella sería el agraciado, ya que se considera que tal honor traía buena suerte.
Con el tiempo, la tradición se ha flexibilizado y ya es habitual ver a hombres que lanzan la liga, después de divertidos y osados juegos para lograr tan preciada prenda de entre las piernas de la mujer a la que se va a desposar. Al igual que sucede con el ramo cuando se lanza, es otro de los momentos estelares del banquete nupcial.
No obstante, esto es cuestión de gustos, ya hay quien considera esta práctica algo fuera de tono. Una opción más discreta es cortar la liga, como se hace también con la corbata del novio, y entregar una de las mitades a quienes los novios elijan.
¿En qué pierna se coloca la liga de boda?
Sin duda, otra de las cuestiones más comentadas al respecto de la liga, ¿la liga de boda en qué pierna se sitúa? aunque curiosamente no hay reglas al respecto: puedes ponerte la liga en la pierna que más te guste. Aunque tradicionalmente se decía que era la pierna derecha la elegida, no hay consenso al respecto y se aceptan tanto en la pierna derecha como en la pierna izquierda, entre la rodilla y el principio de la ingle.
Es importante que la liga se vea y no se vea; es decir, si la novia lleva un vestido con aperturas, que se deje ver, pero que no se note sobre el vestido. Para ello, lo mejor es optar por ligas elásticas que no dejan marca.
A la hora de adquirir una liga, no conviene confundir esta prenda con el liguero. La liga no va ligada, valga la contradicción, a nada. Es una prenda independiente que se coloca en la parte superior de la pierna, a diferencia de los conjuntos de braguita con liguero o body con liguero, que no se recomiendan para una boda, por cierto.
Se trata de una lencería demasiado sexy que, entrevista al caminar, ofrecería un aspecto demasiado lujurioso. Este tipo de ropa íntima se puede reservar, con toda paz, para la intimidad de la noche de bodas, una vez la novia se ha cambiado el vestido y se prepara para la noche más hermosa.
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